Sea glass, ¿tesoros de colección?
- Cris - Shimú Joyas
- 18 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Una muestra de cómo la naturaleza nos devuelve tesoros a pesar de nuestra inconsciencia
El vidrio marino (Sea glass) surge a partir de trozos de botellas o frascos rotos que caen al mar y mediante el proceso de erosión de las olas contra las rocas y la arena de las costas, sufre un desgaste que hace que sus bordes antes puntiagudos y cortantes, se alisen, sus puntas se redondeen y su brillo se vuelva semitransparente, con un efecto helado muy atractivo.

¿Dónde los podemos encontrar?
En el pasado reciente, muchas industrias y comunidades convirtieron las playas en vertederos, arrojando botellas y piezas de vidrio de descarte al mar, provocando contaminación y un gran peligro para el ser humano por los riesgos de heridas y cortes. Pero el paso del tiempo y la actuación incesante de las olas del mar contra la costa, han hecho que estos basureros se hayan convertido en algo extraordinario, lugares de gran belleza natural, en donde los cristales irradian sus colores intensos sobre la nieve o la arena, regalándonos un impresionante espectáculo donde la naturaleza nos enseña su reciclaje natural. Afortunadamente para el ser humano, el vidrio se comporta como un material cerámico, en vez de como plástico, y ha podido acoplarse perfectamente al ecosistema marino y se ha ido cincelando como si de cualquier roca se tratara.
El océano tarda aproximadamente de 20 a 30 años en transformar el cristal en un tesoro marino, y no todas las playas son capaces de crearlo, ya que debe haber un movimiento constante y fuerte de las olas para ir tallando este material, que además cada vez es más difícil de encontrar, motivado al cambio de la industria al sustituir las botellas de vidrio por el plástico, que tantos dolores de cabeza nos está dando en la actualidad.
Curiosidades Si rastreas las redes, buscando la palabra "seaglass", te podrás dar cuenta de que existen cientos o miles de personas que coleccionan este tipo piedras alrededor del mundo. Incluso se han organizado a través de la North American Sea Glass Association (NASGA), quienes emiten una revista periódica que habla de las últimas maravillas encontradas. También está disponible un libro titulado "Pure Sea Glass", cuyo autor Richard LaMotte, es poseedor de una colección de más 3.000 piezas y asegura que el mar tarda alrededor de diez años en pulir y redondear las aristas de un vidrio y entre 20 y 30 años en dejarlo completamente liso. En su colección hay piedras que estuvieron dando tumbos en el mar durante más de 100 años. Algunos de estos fragmentos, por ejemplo, pertenecieron a botellas de cerveza fabricadas a finales del siglo XIX y principios del XX, y en ellos todavía pueden leerse inscripciones sobre la marca o el contenido.

Otro dato curioso es que existe una clasificación de los cristales de acuerdo a su rareza. El vidrio transparente es el más común, al igual que el marrón y el verde. Existen diferentes intensidades de azules, desde el color cielo, pasando por el turquesa, hasta el cobalto. Pero los cristales más apreciados por su gran dificultad para encontrarlos, por lo tanto por su escasez son el naranja, el rojo y el exótico púrpura.
Finalmente me gusta comentaros que existe un código ético entre los coleccionistas de los cristales, y es que si el vidrio aun presenta aristas, se debe devolver al mar para que acabe su trabajo. Es como ese campaña publicitaria de los 80 "Pezqueñines no, gracias", ¿la recordáis?.
En una nueva entrada de este blog, os dejaré de forma detallada las playas más famosas en donde podréis ver estas maravillas.
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